La CUP, demostrando ni más ni
menos que coherencia, ha tumbado definitivamente la investidura de Artur Mas,
un hombre que no ha dejado de dar tumbos a diestro y siniestro en nombre de un
independentismo que no se cree ni él, pero que le va como anillo al dedo para
no perder el confortable calor de la poltrona y, de paso, dejar las riendas de
Catalunya -ya sea ésta comunidad autónoma, región o estado- en las mismas manos
de siempre.
Pero vamos por partes. ¿Qué ha pasado hasta el momento? Vamos
a intentar arrojar algo de luz sobre las maniobras de un político que encarna
todo lo peor del término, incluida su capacidad para calar entre gente que
debería estar haciéndole un escrache en la puerta de casa o, cuando menos, ciscándose en su linaje.
Acaudillando la pàtria meua
Con la habilidad de un felino
sobre un tejado de zinc, la desesperación de un viejo can en una perrera y la
sangre fría de una iguana hambrienta ante una mosca cojonera, Mas ha logrado
mantenerse a flote evitando el sorpasso
de ERC y eludiendo las toneladas de mierda que, lanzadas contra inconvenientes
ventiladores, han salpicado a su partido; empezando por su papá espiritual y
político, Jordi Pujol, a quien los truquillos retóricos de la era de Banca
Catalana parecen no ser ya tan útiles como otrora. Y es que el “no tenim ni
cinc” de Ferrusola no hay espíritu libertador-independentista que se lo coma.
Con todo este alud de miseria
viniéndosele encima, e implementando las peores políticas sociales que se
recuerden en la Generalitat de Catalunya desde la llegada a la misma de Josep
Tarradellas, Mas se ha visto ¿obligado?, ¿inspirado?, ¿imbuido? a adherir al
storytelling empezado por Jordi Pujol en una entrevista con Jordi Évole, en Salvados y, de la noche a la
mañana, a convertirse en mesías del independentismo. En voz de “la voluntat d’un
poble”, con los brazos abiertos, el rictus solemne y la mirada de místico
medieval incluidos.
Es irrelevante que el partido que
representa haya estado más de 20 años al frente de la Generalitat de Catalunya,
dirigido -además- por un hombre que trató este país más como un latifundio de su
propiedad que como una patria a cuyas gentes honrar.
La voluntat d’un poble
La debacle empieza aquí, cuando
las –legítimas, por pacíficas- movilizaciones de la sociedad civil a favor de
la independencia de Catalunya son instrumentalizadas por ese mismo Govern que
al mismo tiempo envía a los manifestantes del 15 M lecheras repletas de antidisturbios de los
Mossos d’Esquadra, más puestos que los tertulianos del Sálvame de Luxe.
Da comienzo una campaña mediática,
dirigida desde Tv3 (“la de tots”, dicen, sin precisar a qué sector de la
población alude esa presunta totalidad) digna del No-Do en su acepción más aviesa. Se habla de libertad, como si convertirse en estado independiente en
un mundo global gobernado por la macroeconomía de las grandes corporaciones,
diera algo de libertad. ¿Libertad de qué? Nos preguntamos unos cuantos
ciudadanos de Catalunya, que asistimos al bochornoso silencio de Mas ante algo
tan poco liberador como el TTIP.
Y, aun así, pese al discurso
absurdo, las deformaciones históricas, la invención de un Reino de Catalunya
que jamás existió mediante cheques en blanco a Òmnium Cultural y a la Assamblea
Nacional de Catalunya, desde las que incluso se llega a decir que Amerigo
Vespuccio o Miguel de Cervantes eran catalanes; la gente cae. Cae de lleno.
Cae, hasta el punto de lamentar
que la alcaldía de Barcelona recaiga sobre Ada Colau, una persona con la
credibilidad de haberse jugado el físico para evitar desahucios de familias,
pero sin especiales simpatías –ni antipatías- para con el independentismo; en
vez de Trias, quien había estado gobernando en la alcaldía con la total
connivencia del PP el cual, para según qué cosas, no es tan enemigo como parece.
Antes, al contrario: y ahí están la operación SABA, el pelotazo de la
Maquinista o el buffet libre hotelero en Ciutat Vella para demostrarlo.
Izquierda autóctona domesticada
Una de las gestas más astutas de
Mas, lo que hace que quienes le tildan de gilipollas estén pero que muy
equivocados, ha sido el sometimiento de ERC, otrora encarnación de la izquierda
catalanista y, como tal, partido de oposición a los desmanes burgueses de CIU;
luego coprotagonista en esa comedia bufa llamada Tripartit que acabó
desacreditando a la izquierda catalana por siempre jamás y, por último, dócil
animalito de compañía de un centro derecha que despojó a la formación de todo
su retaje socialista.
Detrás de esta monumental bajada
de pantalones está Oriol Junqueras, un tipo más interesado en salir en los libros
de historia y en imaginarse a los niños catalanes del 2050 exclamando ohhhs y
ahhhs de admiración, cuando se hable de él como de liberador de la patria, que
en mantener a raya el “seny” de quienes privatizan lo público, guardan els calerons en
Andorra y tienen su sede embargada.
Y no es que Junqueras no intente
pasar por delante de Mas, pero es que ni con ésas lo consigue, el pobre diablo, quien tiene como mérito destacable el haber ofrecido el único debate decente sobre la independencia frente a García-Margallo.
Votación democrática
En contra del Tribunal
Constitucional y de la unanimidad del establishment español, Mas convoca un
referéndum consultivo para, ni que sea, tomarle el pulso a la sociedad catalana
respecto al asunto del independentismo. Un gesto que, a pesar de la repugnancia que la
falsedad patriotera del líder de CIU destila por cada poro de su cuerpo, es
tomado como legítimo por parte de la sociedad catalana.
Ese día, somos muchos los que vamos a
votar, porque nada hay más democrático que éso: que expresar la propia opinión a
través del voto. Y aunque a veces nos gustaría colgar a según quiénes de los
cojones en medio de la plaza Sant Jaume, som gent assenyada.
Y miren si som gent assenyada que,
pese a la (admirable) movilización casi total de los independentistas, las cifras que
arroja dicho referéndum, pese a los nulos controles internacionales, dictan que
sólo un 30% de los catalanes quiere independizarse de España, resultado que
incomoda a un Mas que había anunciado que, por debajo de un 66% de consenso
social, no iba a empezar ningún “procés”; como queriendo decir, tal vez, que se
iba a preocupar de gobernar un poco.
Eso sí, ante la inconveniencia de
dichos resultados, se da por hecho de que el problema ahora es que desde Madrid
no se había dado el visto bueno a este referéndum y, claro, al no ser “legal”
no se vale. Que es algo así como irse de putas y, luego, como no se te levanta,
pretender no pagar.
El cachondeíto padre
Pero la parte más ridícula de
toda esta historia llega cuando se adelantan elecciones (en Catalunya llevamos
un ritmo medio de unas generales al año, durante el último lustro) y se quieren
dotar éstas de una doble naturaleza: para elegir gobierno y como referéndum. La
cuenta es así doble.
Para ello, y ante su previsible
fracaso en solitario, Artur Mas parte peras con sus compañeros históricos de
Unió Democràtica de Catalunya, igual de casposos pero no independentistas, y
crea una lista llamada Junts pel Sí (JxS), también conocida como Junts pel 3%,
donde no hay nada definido, ningún programa político, ninguna directriz: Sólo
la quimera de esa independencia que nos hará libres, felices, ricos,
sostenibles, mejores, más delgados, más ágiles, con los glúteos mejor definidos
y, a los tíos, con la polla más larga.
La idea es de presentarse como
una suerte de mezcla entre el Dalai Lama, Ghandi y Winston Churchill al humilde
servicio de la independencia la cual, declara con la mano en el corazón en
noviembre pasado, está por encima de intereses partidistas y posturas personales.
Por eso, se presenta cuarto en la lista de JxS.
Tras las votaciones, en
septiembre, la agrupación obtiene la victoria, en términos parlamentarios, pero
vuelve a fracasar a nivel de referéndum. Un 47% de los votantes quiere la
independencia, lo cual deja al 53% restante, a quienes no votaron y a los
residentes en Catalunya con pasaporte extranjero entre el no y el nsnc. De facto, toda esta masa social se queda sin voz ni voto. Pero como no
sale en TV3, tampoco pasa nada.
Al adquirir la mayoría
parlamentaria, aunque desde el punto de vista consultivo la mayoría siga siendo
no independentista, JxS anuncia, ahora con Mas al frente -cuando todos creíamos
que su número 1 era un tal Raül Romeva, émulo de Mr. Proper- que el “procés” de
desconexión del Estado Español sigue adelante. Un poco como esas ancianitas que
siguen hablando con el sofá, pensando que, allá sentado, se encuentra su
difunto marido. ¿Que es el criterio de una minoría sobre una mayoría? ¿Qué más da a
estas alturas de la delirante penícula? ¿A estas alturas del cachondeíto?
No obstante, para poder acceder
al Parlamento catalán y empezar su famoso “procés”, JxS necesita la investidura
de la Candidatura de Unidad Popular (CUP), la cual dice que sí a un montón de cosas pero no a una: no investirá a
alguien tan poco limpio como Artur Mas, no empezará la casa con unos cimientos podridos. Algo más que lógico tratándose de una
agrupación definida como antisistema; y tal vez lo sea, y a mucha honra, en un
contexto en que sistema significa mangoneo impune y mamoneo indiscriminado.
To be continued, por desgracia
Por tercera vez consecutiva, desde la CUP se vota que no a Mas y eso aboca Catalunya a otras elecciones al Parlament.
La coherencia de quienes no han investido a Mas ha sido condenada por parte de todos aquellos que ven, en la figura de éste, al nuevo caudillo que les guiará hacia la libertad de la patria autóctona catalana; eso sí, es de suponer que con los fondos bien guardaditos en Andorra.
“Fills de puta” se lee y oye por ahí, o cosas peores como “botiflers” y “espanyolistes” que es como ser gay, rojo y masón en la comisaría de Vía Layetana en tiempos de Franco. Todos, desde el apuntador a profesores universitarios llaman “putas” a las mujeres de las CUP y condenan su fealdad, instando a su lapidación. Mentes preclaras como la de Pilar Rahola, en su día perro de presa del esquerrarepublicano Àngel Colom y hoy reconvertida a sumisa María Magdalena de Mas, de quien sólo falta que pida un hijo (imposible de fecundar, afortunadamente), sitúan nada menos que al CNI detrás de esta negación a la investidura de su héroe.
La coherencia de quienes no han investido a Mas ha sido condenada por parte de todos aquellos que ven, en la figura de éste, al nuevo caudillo que les guiará hacia la libertad de la patria autóctona catalana; eso sí, es de suponer que con los fondos bien guardaditos en Andorra.
“Fills de puta” se lee y oye por ahí, o cosas peores como “botiflers” y “espanyolistes” que es como ser gay, rojo y masón en la comisaría de Vía Layetana en tiempos de Franco. Todos, desde el apuntador a profesores universitarios llaman “putas” a las mujeres de las CUP y condenan su fealdad, instando a su lapidación. Mentes preclaras como la de Pilar Rahola, en su día perro de presa del esquerrarepublicano Àngel Colom y hoy reconvertida a sumisa María Magdalena de Mas, de quien sólo falta que pida un hijo (imposible de fecundar, afortunadamente), sitúan nada menos que al CNI detrás de esta negación a la investidura de su héroe.
Da igual que Mas y sus aliados no
tengan ningún programa ni nada que se le parezca. Da igual que, cuando se han
puesto a hacer política, haya sido en detrimento del ciudadano. Da igual que
hayan abocado el gobierno de Catalunya a una parálisis legislativa fuera de
toda lógica. Da igual que siga habiendo desahucios, abusos de la banca,
privatización, ignorancia, pobreza y brutalidad policial, y que ninguno de
estos problemas haya sido planteado en clave de una Catalunya independiente. Da
igual que, todo lo conseguido por la
sociedad civil, movilizándose pacífica y cabalmente, y obteniendo el apoyo y
las simpatías internacionales, haya caído en saco roto por la prepotente y codiciosa instrumentalización de Mas y los suyos, con la connivencia de una pseudo izquierda con un ojo cerrado de serie y el otro mirando a Sebastopol.
Da igual todo. Porque es tal el
grado rayano el surrealismo de este “procés” y de quienes lo
defienden como si les fuera la vida en ello (y no, por ejemplo, en el quirófano
de un hospital cuyo presupuesto ha sido recortado en un 70%), que
parece darles igual que quien gobierne la Catalunya independent del mañana sea una mezcla
entre Hitler, Stalin, Pol Pot y José María Aznar en bata de boatiné: El
Arturmasoquismo es así. Y será cierto eso de que sarna con gusto no pica.
Un examen contundente de la situación actual que estamos viviendo en Catalunya y de la perplejidad que sentimos muchos ciudadanos. Muy bien escrito.
ResponderEliminarBueno, ahora con la elección in extremis de Puigdemont, suerte de mini yo de Mas con toques cómico-vocales pujolescos, estamos salvados. No se sabe muy bien de qué, pero salvados.
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