martes, 2 de mayo de 2017

El asesino lleva botines de Ravel




Max Galli fue el primero en prestarle atención a aquel chaval narigudo, testosterónico y obsesivo, hace ahora 10 años, cuando éste le envió un ensayo escrito a toda leche y con el ardor de quien siente las notas musicales correr en sus venas y la ropa de un buen traje como segunda piel. 

Por entonces, Max Galli ya era Max Galli, el que todos conocemos o deberíamos conocer. Dibujaba a un ritmo frenético y escribía y se inventaba guiones de películas que lo habrían petado en aquella Cinecittà de una Monica Vitti deslumbrando al personal con su sonrisa irresistible, un Jean Sorel hipnotizando con el azul de sus ojos o una Edwige Fenech enseñando tetámen por debajo de una elegante camisa floreada. Todo ello, claro está, al compás del Maestro Umiliani.

Max fue el primero en apostar por el que suscribe, publicando para la que entonces era su editorial, la romana UltraPop, mi primer libro: aquel ensayo locatis llamado “Alcuni Animali Danzanti”. 

A partir de ahí, y pese a las insalvables distancias geográficas, durante estos largos años no hemos perdido la complicidad, la conexión que sentimos dos personas -tres, si se cuenta a esa pedazo de artista que es Cristina, su mujer y compañera de vida- acomunadas por las formas, las estético musicales, y por el fondo. O sea, por nuestra forma de vivirlas y expresarlas al mundo.



Pero vamos de una vez al grano

Toda esta parrafada pretérita me sirve para intentarles explicar el afecto con el que se me llenó el alma cuando, en uno de esos muy esporádicos encuentros en que Max, Cristina y yo podemos compartir mesa y mantel, éste me pidió que prologara su nueva obra, un alucinante cómic protagonizado por un asesino a sueldo impecablemente Mod y una misteriosa muchacha sin memoria. 

Ambos se encuentran, ambos se enamoran, ambos ríen, bailan y follan como si no hubiera un mañana, en el marco de un Londres,  el de finales de los 60, impregnado de gabardinas impecables, Chelsea Boots relucientes y el humo de las Gauloises fundiéndose con los inquietantes vapores de la ciudad.

Todo ello está, eso sí y de momento, en italiano, aunque no se descarta una edición en inglés que, si yo estuviera en su piel, esperaría como un niño aguarda, en Nochebuena, los regalos de ese tipo barrigudo que cada año baja con sigilo por la chimenea.

Pídanlo al propio autor escribiéndole a maxgalli69@yahoo.it o contacten con él en Facebook a través de ESTE ENLACE.

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