Este 2020 empieza con un afecto
hermoso y triste, el del recuerdo de un amigo que ya no está y al que se echa
de menos.
Como les ocurrió a muchos, el
camino de Alfredo Calonge y el mío se cruzaron gracias a su música. Todavía le
recuerdo, en la portada del single “Moscas y Arañas”. Era 1992 y aquella foto
tenía seis años que parecían una eternidad. Guille Iriondo vendiéndomelo en la
tienda que, por entonces, regentaba en la calle de Joaquín Costa y, a mi lado,
paciente como los buenos maestros son con sus aprendices, Luis Costa,
asegurándome que hacía una buena compra.
Y en esa portada estaba
Alfredo, el más raro de un grupo de raros: gafas de sol, un chaleco de ante que
era puro Byrds, flequillo medieval, llamativa camisa ocre, estrecho pantalón de
cuadro y semblante serio, de esa seriedad de quien vive en su mundo, en su
realidad, dándole bastante igual lo que pase o digan o piensen ahí fuera.
Aquel fue el prólogo de lo que
iba a redundar en una amistad de cerca de un cuarto de siglo, salpimentada por
mucha música, muchas conversaciones, algunos silencios y toneladas de humor
extraño y genial, hasta su repentina y fatídica muerte en 2014.
Homenaje póstumo
En diciembre de aquel mismo año,
todavía con el dolor y la incredulidad por la pérdida, centenares de amigos y
fans de Alfredo concurrimos en la Sala Apolo sobre cuyo escenario, un nutrido plantel
de músicos –de Barcelona y no sólo-- interpretó, íntegro, el cancionero de “Piknik
Caleidoscópico”, obra de debut de Los Negativos, en el que fue un enorme y
emotivo homenaje a aquel bicho raro entre los raros, capaz de haber sembrado,
durante su vida, kilómetros de cariño y amistad.
Ahora, Geyser Productions, el
equipo creativo detrás del fanzine “Ansia de Color” y mil otras iniciativas,
plastifica ese concierto en un doble álbum --"A Tumba Abierta"-- que recoge el recital y un edit de
estudio para el bis final, y donde no faltan fotografías así como un pequeño texto en
la hoja interior, que tengo el placer de firmar y en el cual, como no podía ser de
otra manera, hablo de ese rastro de afecto y añoranza que, en tantos de
nosotros, ha dejado Alfredo.
El de un amigo al que se echa
de menos y con cuyo recuerdo empezamos esta nueva década.
Pueden escuchar las canciones
del disco y adquirirlo a través de este ENLACE donde, además,
figura un bonito texto del amigo Àlex Oró.
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