Risueña y con mil y una notas musicales corriendo por sus venas, la cantante Lidia Sobrino paladea un San Francisco en la barra del Bar del Post y habla de una vida familiar difícil, pero siempre impregnada de cariño; de enamorarse del Doowop, de no escuchar a los que te dicen que no puedes, de la experiencia de ser madre y de una Barcelona hecha a su medida.
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