lunes, 14 de diciembre de 2015

JJ Abrams, Star Wars y redención




De pequeño fui un gran, enorme fan, del universo Star Wars, como muchos chavales de mi generación. 

Todavía no sabía que la primera película era, de facto, la adaptación de una obra maestra de Kirosawa, “La Fortaleza Oculta”; ni tenía el ojo suficientemente entrenado para leer las mil y una referencias que iban desde el cine bélico hasta el negro, en esta historia de redención, sables láser y amistad que, ya digo, conquistó miles de corazoncitos, incluido el de menda.

Ya en la década pasada, su creador, un cineasta hasta entonces venerado por una filmografía que sólo contaba tres títulos, pero enormes los tres (la orwelliana “THX 1138”, la poderosa “American Graffiti” y la primera entrega de “Star Wars”), decidió dar carpetazo a su prestigio pertrechando los horribles episodios I, II y III: una trilogía basada en ridículos efectos especiales, con un guión nefasto, unos personajes que hacían que los del Show de Benny Hill parecieran la Generación del 27 y una historia, la de la caída de un personaje trágico, contada tan mal que acababa resultando involuntariamente cómica.

Aunque, claro, no lo era para miles de fans que esperábamos algo de respeto por parte de quien sabía ya que tenía nuestras entradas de cine vendidas de antemano. Recuerdo lo extraño que se me hizo ya sólo el tráiler, lo poco que parecía tener que ver aquello con las películas de mi niñez.

Con aquel despropósito mal hilvanado y resuelto con los pelos de su orondo culo, George Lucas nos dejaba con un sabor amargo en la boca. Aquella historia, que de niños habíamos imaginado una y mil veces, mutilada de aquella manera. Actores de la talla de Christopher Lee o Terence Stamp, tan estúpidamente malgastados (este último llegó a tildar su actuación en “La Amenaza Fantasma” como una de las experiencias más decepcionantes y vacías de su carrera). Aquellos diálogos imbéciles. Aquellas interminables escenas de acción inverosímil. Aquel overbooking de bichos creado para engordar el merchandising.

Aquella inadmisible puta mierda, en suma.

Y así nos quedamos muchos. Con ese epílogo de decepción. Pensando, sabiendo, que ningún niño de primeros de los 2000 iba a verse cautivado por la triste historia de Anakin Skywalker y que, a lo sumo, iban a recordar aquellas tres pelis como un interminable cruce entre un mal dibujo animado y un pedestre juego de ordenador, con aburridos diálogos intercalando la acción y una historia de amor que hace que cualquier línea de Corín Tellado parezca el “Anti Social” de Skrewdriver.


Así hasta ahora, cuando JJ Abrams, responsable de reflotar algo tan complicado de exhumar como la serie original de Star Trek a través de dos egregios largometrajes, toma las riendas de la primera entrega de una nueva trilogía donde nuevos y viejos personajes convergen y donde, por primera vez en treinta años, parece que vuelve a haber argumento y personajes y decorados y una historia de verdad.

Y, aunque uno ya esté mayorcito para según qué cosas, vuelve esa vaharada de pasión, de ganas de más, de gusto por recuperar aquella galaxia lejana que su propio creador se había encargado de alejar de nuestras vidas hasta (¿casi?) mandarla a tomar por el culo.

Este viernes, comprobaré si mi sensación es la correcta y si, con "The Force Awakens" (el título es de por sí toda una declaración de principios), a Star Wars le queda fuelle para seguir gustando, cautivando y generando fandom a su alrededor. Si, como para aquel Darth Vader, que en el último suspiro recuerda que fue una vez un tipo cabal y buena gente, también hay redención para el universo fílmico creado en 1977 por George Lucas, antes de su vergonzosa bajada a los infiernos de la infamia.

Como se podrán imaginar, la entrada lleva dos meses en mi poder.

2 comentarios:

  1. Gran reflexión... mi entrada para el estreno está ardiendo ya.

    ResponderEliminar