Seguramente no esté Barbara Bouchet, en multicolores paños muy menores, bailando sobre una tarima como cuando, encarnando a Nelly Bordon, enamoraba a un hierático Ugo Piazza magistralmente interpretado por Gastone Moschin en esa obra maestra llamada Milano Calibro 9, dirigida por un Fernando di Leo en estado de gracia y basada en los textos del enorme Giorgio Scerbanenco.
Pero ni falta que hace, sepan, cuando
se trata de ir a una ciudad en la que viví y que amé y odié casi como amo y
odio a Barcelona.
Y más si se trata de ir ahí a
pinchar discos con amigos y visitar a familiares y volver a encontrarme con su
cocina exquisita, con sus céntricas calles llenas de historia, con sus risibles
fashion victims, con su birra estúpidamente cara y con viejas risas, canallescas
y conocidas, de aquellos tipos venenosos y elegantes a los que sigo tratando
como amigos.
El sábado estaré en Milán, sí, invitado
en Il Club del Vinile, una iniciativa de Mike Painter, reputado músico,
agitador y DJ, amén de prime mover de la escena Mod italiana. Y ahí estaré,
oigan, dejando sonar discos para el milieu
sesentero lombardo, como pueden comprobar –en caso de que duden- en el EVENTO
del caralibro.
Y si, por un casual, andan ustedes
por ahí, no querré perder ocasión de saludarles.
Y brindar con ustedes.
Aunque sea con esa cerveza
estúpidamente cara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario