El viernes pasado no podíamos
imaginar los contratiempos a los que la posse
del Cool Fingers iba a enfrentarse heroicamente, la noche siguiente, en su
primera incursión en un local céntrico de una Barcelona siempre más presa de la
homogeneización al servicio del mínimo común denominador turístico. Es pacata
planicie que ha acabado con la ciudad y todo el caudal innovador y diferencial
que, en un pasado cada vez más remoto, pudo atesorar.
Aun así, la ilusión, el buen
hacer, el criterio en seleccionar sonidos irresistibles para cualquiera con los
pies hambrientos de baile, se impusieron y la fiesta fue el éxito que sí
adivinábamos el invitado, Genís Ferrero, y yo en El Aperitivo del Ritual,
mientras repasábamos Grooves de carácter jazzístico, finamente contaminadas por
palos distintos.
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