Una de las bajas a lamentar,
cuando se dan casos de terrorismo como el que la semana pasada golpeó vilmente
nuestra ciudad, Alcanar y Cambrils, es la sensatez. Ésta se ve zarandeada y
herida mortalmente toda vez que ocurre algo horrible cerca de nuestros hogares,
por la rabia, el dolor, el odio y –admitámoslo- a menudo también por la
imbecilidad y la mala fe.
Ciertamente es muy difícil no
proferir, en voz alta a los cuatro vientos, alguna gilipollez destructiva,
cuando la rabia y la impotencia ante lo ocurrido le pueden a uno. A ver quién
no ha soltado alguna, o varias. O muchas. Un poco como ese grito desgarrador,
seguido de blasfemias dirigidas a varias deidades y sus santorales, de cuando
se te cae el proverbial yunque en el pie. Casi no puedes evitar esa primera
reacción y, bueno, en fin, está bien. No pasa nada.
Lo que está menos bien es que,
pasado ese primer, comprensible e instintivo calentón, la imbecilidad se siga
alimentando a base de desinformación, prejuicios y mala idea: lo que en argot
ha alumbrado el divertido neologismo de cuñadismo, que engloba todo lo
enumerado.
Prensa, imbecilidad y corrección
Posiblemente sean Arcadi Espada y
Herman Terstch quienes, con sus artículos y tuits, han contribuido en mayor
medida a acercar la condición humana al estiércol. Sus palabras, llenas de
odio, resquemor e imbecilidad son, directamente, inadmisibles. Y el hecho de
que haya cabeceras apostando por su labor pseudo periodística, que vulnera
sistemáticamente los básicos del código deontológico de la profesión de
informador, insulta la inteligencia del público. Ya no digo el, de por sí
escaso y malherido, prestigio del periodismo patrio.
Hay quien se ha echado a la
yugular de la prensa, acusándola de verter imágenes demasiado crudas de los
atentados, que ofenden la privacidad de las víctimas. Y, si bien el de informar
gráficamente es un difícil equilibrio en el que no cabe el morbo porque sí, no
menos cierto es que la misión de los medios es informar de la realidad y que
ésta es, a menudo, brutal. El fotoperiodismo describe esa atrocidad, y volverle
la espalda, suavizarla hasta convertirla en un producto estético y light,
también atenta contra el código deontológico de la profesión.
Esa misma función de la prensa,
llevada a cabo por profesionales que se rigen por criterios informativos
formados y concretos, no es, no obstante, equiparable a las RRSS, donde sí
hicieron muy bien quienes se abstuvieron de manejar imágenes gratuitamente
morbosas, a la caza únicamente de likes
y shares.
Los patriotas, que nunca faltan
A algunas luminarias citadas se
unen los patriotas de la España(za) unicelular que, como los redactores de ese
medio de contrastada solvencia, La Gaceta, ponen el grito en el cielo por la
participación de uno de los terroristas a la llamada a las urnas (si es que
acaba habiendo urnas) del 1-O. Como queriendo decir, más que insinuar, que el
separatismo genera terroristas, cuando, tal vez, la pregunta lógica que cabría
plantearse es cómo es posible que alguien, a priori integrado en el tejido
social catalán hasta el punto de moverse –da igual en qué sentido- de forma
proactiva en el debate ciudadano sobre la independencia, acabe atentando contra
los que considera –o debería considerar- sus conciudadanos.
El foco aquí es la integración y
no el tipo de integración, ¿no les parece? ¿Y si en vez de a favor del 1-O, Younes
Abouyaaqoub hubiese tenido el carnet, pongamos, de Ciudadanos, o del PSC, o de
IU? ¿Cambiaba realmente algo?
Luego, ya, están quienes aseguran
que hechos así no acaecen en países no salpicados por veleidades
independentistas, como es el caso del PP de Alella, que olvida por completo que
el país centralista por excelencia, Francia, ha sufrido terribles atentados sin
que la plurinacionalidad interna tenga un carajo que ver.
Los otros patriotas, que tampoco faltan
Luego están quienes –movidos por su
desmedido amor a esa independencia catalana que nos hará libres, fuertes, sanos
y sexualmente superdotados; más que por un análisis frío de lo que ha ocurrido
y ocurre- alaban, sin el menor atisbo
crítico, la labor de los Mossos d’Esquadra, que, si bien ha sido muy
positivamente reactiva (ahí no se les debe negar el aplauso), no hay que
olvidar que dejó que la célula terrorista okupara un espacio en Alcanar donde
acumuló, durante largo tiempo, una cantidad inaudita de bombonas de butano.
Quizás, una labor preventiva basada
en un “¿qué coño hacen estos chavales acumulando bombonas de butano, en un
espacio ocupado?”, hubiera permitido pararles los pies antes de que los
atentados arrojaran sus horribles resultados.
La actitud de apoyo incondicional
a la actuación de los Mossos se ha visto favorecida por la gilipollez de un
periodista que, en plena rueda de prensa, ha afeado al major de ese cuerpo policial, Josep Lluís Trapero, por responder en
catalán a una pregunta formulada por otro periodista, en catalán. ¿En qué
lengua se supone que debía responder Trapero? ¿Esperanto? ¿Cómo no estar de
acuerdo con su contundente “bueno, pues molt bé, pues adiós”? Por supuesto,
cualquiera en sus cabales lo está. Otra es encumbrarle a la categoría de héroe nacional
a él, ex comisario jefe de los Mossos, que tanto apoyo manifestara a las
brutales actuaciones de los antidisturbios de la BRIMO. Al pan, pan, digo yo.
¿Y el CNI?
Pocos –o, en todo caso,
demasiados pocos- han cuestionado la labor del CNI en este caso. Sí lo ha hecho
el alcalde de Ripoll cagándose, con razón, en las muelas de éstos por no avisar
sobre la procedencia y ejemplar currículum del Imán local, Abdelbaki
Es Satty, auténtico y arquetípico hijo de puta que adoctrinó a la chavalada que perpetró los
atentados.
Es comprensible que el CNI se
reserve la información y la distribuya con cuentagotas, pero aquí se habla o
bien de incompetencia, por no tener ni idea de quién era Es Satty cuando llegó
a España tras darse el piro de Bélgica; o bien de negligencia, por dejar que un
individuo de esta catadura se instalara en una localidad española y ejerciera
lo que cualquier conocedor del personaje y su perfil podía sospechar de
antemano que iba a ejercer.
Islamofobia, lo que los terroristas buscan
No son pocos quienes volviendo a
la imaginería de las Cruzadas e invocando a los Templarios profieren –dando
prueba de gran inteligencia, profunda humanidad y talante realista-
“¡echémosles a todos y cerremos fronteras!”.
Curiosamente, son los mismos que votan al partido cuyo ministro de
defensa vende armas a los países que financian y adoctrinan el terrorismo y
defienden un grotesco statu quo cuya regia jefatura de estado se codea con esos
mismos estados. Y es que lo de la pela es la pela no es sólo un tema catalán,
aunque también, como demuestra el vínculo económico e institucional entre el
FCB y Qatar, ese “país ejemplar” en palabras del gran activista por la
democracia, Pep Guardiola.
Pero, volviendo a quienes
pretenden echar a todos los musulmanes, les invito a echar una pequeña
reflexión que, se lo garantizo, a nadie costará el sacrificio de demasiadas
neuronas: tal vez, sea precisamente ese sentimiento islamófobo, según el que
todos los musulmanes son malos (menos
alguno que otro suelto, porque le conocemos), el resultado del terror y la
rabia que los terroristas propagan. Tal vez eso es exactamente lo que buscan. Que nos odiemos, que la cuerda se tense.
Lo dejo ahí porque no es un
problema a tratar a la ligera y está claro que, en materia de inmigración,
integración e información al respecto, hay aún graves deficiencias a las que
poner hilo y aguja.
Colau, the Devil
No quiero dejar de mencionar a
quienes cargan contra la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Esa mujer es el
Diablo, oigan. Ha inventado, ella solita, los okupas, el ruido de las Fiestas
de Gràcia (antes de su mandato eran extremadamente silenciosas, ¿saben?), la
politoxicomanía y el ántrax. Obviamente, es también su culpa lo del atentado en
la Rambla, por no haber puesto los bolardos, tal y como le sugirieron el propio
CNI y el Ministerio de Interior.
Lástima –para los detractores
desinformados- que sí hiera caso cuando se le sugirió dicha medida, orientada a
las fiestas navideñas, reforzando la seguridad y poniendo barreras de hormigón.
Lástima, también y ahora para
todos sin excepción, que no se planteara algo tan cabal y sensato como que la
Rambla es un objetivo terrorista apetecible todo el año, sobre todo en verano
con los millones de visitantes que en esta época del año recibe Barcelona, para
escaso solaz de sus habitantes. Lástima que no se lo planteara ella como
alcaldesa -ni sus predecesores, que también gobernaban una ciudad en alerta 4- y no se ampliaran las medidas navideñas al resto del año.
Y lástima, ya puestos, de que en
la manifestación por las víctimas salga sonriendo en tantas fotos, como si
estuviera en una barbacoa de domingo en vez de un homenaje a los muertos de la
ciudad que gestiona.
En suma
Estos renglones los escribo sin
la menor intención de sentar cátedra, pero sí de procurar arrojar algo de
sensatez y cordura en el análisis de lo ocurrido la semana pasada y de las
problemáticas contextuales –seguridad, inmigración, gestión…- que rodean este
horrible atentado que se suma, dolorosamente, al terror que han padecido miles
de personas en todo el mundo y que, todos sabíamos ya, era sólo cuestión de
tiempo que se cebara en Catalunya.
¿Les parece, ahora, si debatimos
sobre todo esto y no sobre lugares comunes?
lo unico que puedo decir es ....chapo!!!
ResponderEliminarMerci per passar-te Jordi!
Eliminarbien!
ResponderEliminarbien!
ResponderEliminarGracias, Jesús!
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