Sin prisa, pero sin pausa, el
escritor Antonio Priante se acoda a la barra del Bar del Post para hablar de
escribir como una decisión que le agarra a uno por el pescuezo, de ser lectura para los happy few y de una relación
total con una Barcelona a la que una buena oratoria enseñó a hacer bien el
ciervo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario