El actor, dramaturgo y director artístico de la sala Fènix, Felipe Cabezas, vermutea en El Bar del Post y, a pie de barra, habla de ser antes de nada, y desde su más tierna infancia, actor; de establecer los límites entre su trabajo y la vida real, de importar y exportar otras formas de ver, hacer y vivir el teatro desde su sala de la calle Riereta y de una Barcelona en la que recaló hace veintidós años y donde ha venido para morirse.
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