El año pasado, fruto del esfuerzo,
el tesón y toneladas de entusiasmo, la noche de Barcelona acogía toda una
anomalía: un festival de Jazz de baile, con DJs y dancers provenientes de Reino
Unido, Francia y algunos rincones de la geografía patria.
Un proyecto en el que, para ser
sinceros, apetecía más creer por bonito, por sueño hecho realidad, que por las reales
posibilidades de que una idea así cuajara en un contexto ciudadano tan tomado
por el cazurrismo y la consabida ruta guiri a base de sangría, serrín y electro
latino.
Sorprendente y muy gratamente, la
cosa salió bien. Como lo oyen.
Quedó demostrado que, pese a la
reticencia imbécil de los programadores arquetípicos de esta ciudad, aquejados muchos
por una innegable sordera, física e intelectual, apostar por sonidos de
calidad, por sonidos diferentes, por sonidos más complejos de lo habitual, no
está reñido con tener una pista de baile llena y la caja registradora haciendo
tling-tling. Hace falta creérselo y no presuponer que el público lo compome un hatajo
de atapuercos capacitados, únicamente, para responder a estímulos musicales por
debajo de los dos acordes.
Con éstas, el evento vuelve este
año, doblando (o triplicando) la apuesta. Más Djs, más actividades, más ruido
que suena a gloria y ennoblece un poco esta urbe tomada por la turba
reggaetonera.
Un equipo de aúpa para el que,
además, tengo el honor de colaborar dando apoyo a unos nombres que quitan, literalmente,
el hipo.
Así que, damas y caballeros,
contengan la respiración por un momento y maravíllense con los contenidos de la segunda
edición del Barcelona Jazz Dance Weekender, cuyas actividades pueden ver en el
cartel adjunto o en el inevitable ENLACE DE FACEBOOK.
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