Se añade, hoy, una cicatriz más,
una especialmente profunda y dolorosa, sobre la castigada superficie de la piel
cultural de esta ciudad y, más en general, ampliando el foco, de este país. Que también.
Que la única librería específicamente
dedicada al universo literario negrocriminal de toda España, SomNegra, se vea
abocada a echar el cierre, tras siete años haciendo las cosas entre bien y muy
bien, traza con amarga elocuencia el nivel infame de este país donde poco se
lee, muy poco se razona y en nada se reconoce el mérito de quienes trabajan, dejándose a menudo la osamenta, en la
industria cultural.
En los años de existencia de SomNegra, Miguel
Ángel Díaz hizo todo lo humanamente posible para que esta librería –algo más que,
simplemente, su proyecto-- se mantuviera a flote: combinó tienda física con
tienda en línea, organizó presentaciones y eventos, viajó a cuantos certámenes pudo,
participó en mesas redondas, festivales y ponencias, tuvo su propio festival de
novela negra y, sobre todo, lo más importante, Miguel Ángel nunca dejó de ser
uno de los nuestros. Un entusiasta antes que un librero. Un lector antes que un
vendedor. Un consejero antes que un comercial.
Todo lo que hizo, lo hizo
movido por una pasión que se contagiaba: la del fan, la del
devorador compulsivo de letra escrita, la del que sabe de lo que se habla, cuando se habla
de noir.
Por eso, hoy duele especialmente
ver ESTE VÍDEO donde Miguel Ángel, visiblemente afectado, agotado, vencido,
visiblemente hasta el santísimo epicentro de sus cojones, anuncia un cierre que
se suma --uno más-- a las numerosas librerías que ya no existen en esta ciudad siempre
tan necesitada de Zaras, Mangos, tiendas de esmalte de uñas y chiringuitos para
alquilar bicis y monopatines.
Y, claro, así de lindamente nos
va.
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