Sólo
los muy necios, los sordos con ganas o los adoradores del rock aburrido son
capaces de negar la triste evidencia de que, con Sharon Jones, se apaga la
llama de la más grande y verdadera Diva del Soul que este siglo XXI, tan dado
al todo vale posmoderno, proclive a lo banal e inmisericorde generador del
mejunje imbécil; ha tenido la suerte de poseer.
Incluso
esa prensa “seria”, siempre ciega, siempre mirando hacia el lado equivocado y
con los anteojos del revés, esa prensa que canta las excelencias de la Beyoncé
de turno, no ha sido capaz de negar la grandeza de la Jones, nacida y crecida
artísticamente al margen de todo establishment, cantando unas loas a su figura
ganadas más que a pulso.
Imaginen,
por un momento, el mérito de conseguir eso, para alguien que empezó su carrera
artística a los 40 años en el, por entonces residual, Soul underground de
Brooklyn; sin el apoyo de majors, de asesores de imagen ni una batería de
picapleitos engominados y con trajes de hombrera ancha pegados al culo.
Imagínenlo.
¿Y
nosotros? ¿Y El Aperitivo del Ritual?
Como
no podía ser de otra manera, desde nuestra microscópica realidad de programa de
radio de barrio, no hemos querido dejar de recordar durante una hora a la
enorme Sharon: a la artista y también a la persona. A la intérprete, y al alma
que –invisible aunque palpable- cimentaba todo aquello.
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